En esta oportunidad trataremos un tema que nos afecta en todos los ámbitos de la vida. Cuando hay corrupción, el derecho es pervertido, la justicia es dejada a un lado, y el inocente es perjudicado. Es incalculable el daño que produce este flagelo en la sociedad y lo peor es que trae maldición a la vida en general.
La corrupción no solo afecta a las personas en el poder, sino también a la sociedad en general, porque tiene que ver con un corazón torcido y sucio delante de Dios por su condición pecaminosa. En la Biblia, en el libro de Miqueas capitulo 3, encontramos varios aspectos de corrupción, desde los ámbitos políticos, religiosos, económicos y en el pueblo, y los juicios de Dios a causa de esto.
La corrupción viene fundamentalmente por deseos engañosos, el amor al dinero y a las cosas materiales. Dios desea que ante todo, busquemos su justicia, su paz y que el amor sea nuestro motor.
Para ilustrar lo opuesto a la corrupción, hay un animal, el armiño, quien cuida de la pureza y limpieza de su pelaje celosamente.
Antes que ensuciarse prefiere pelear y morir. De esta forma logran cazar al preciado animal.
En Mateo 5.8 dice: “Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios”, y otras versiones dicen: “Dios bendice a los que tienen corazón puro, porque ellos verán a Dios; felices los que tienen limpia la conciencia, porque ellos verán a Dios.”
Así como el armiño, el mantenernos puros y limpios espiritualmente nos trae verdadera felicidad. Pero en cambio el pecado y la corrupción, solo nos trae desdicha y finalmente la muerte. Es imposible ser feliz cuando carecemos de integridad.
Es engañoso pensar que llevar una vida licenciosa es ser feliz. Este pensamiento nunca te traerá la genuina felicidad.
Debemos entregar nuestro corazón a Él, para que lo cambie, lo limpie de maldad y pecado, siguiendo y obedeciendo sus principios éticos de vida, manteniendo una vida de integridad. Salmos 119:9 nos dice: “¿Cómo puede mantenerse íntegro el joven?, viviendo conforme a tu palabra. ¿Cómo puede un joven mantenerse puro? Obedeciendo tu palabra.” Exponerse a la palabra, como en un espejo, para chequear nuestras vidas y ver con la ayuda de Dios, que tipo de corrupción hay en nuestra vida.
¿Cómo mantenemos un corazón puro y libre de corrupción? Consideremos lo siguiente:
- No practicar voluntariamente el pecado. En Romanos 6.13 dice: “No dejen que ninguna parte de su cuerpo se convierta en un instrumento del mal para servir al pecado. En cambio, entréguense completamente a Dios, porque antes estaban muertos, pero ahora tienen una vida nueva. Así que usen todo su cuerpo como un instrumento para hacer lo que es correcto para la gloria de Dios.”
- Evitar la corrupción en nuestras conversaciones. Proverbios 4:24 dice: “Evita hablar de cosas perversas; aparta tus labios de decir cosas corruptas.”
- Cuidarse de la corrupción de uno mismo. Proverbios 4:23 dice “Ante todo, cuida tus pensamientos porque ellos controlan tu vida.”
- Dios nos limpia por medio de la obra de Su Hijo en la cruz. Hebreos 9:14 dice “¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”
- Dios limpia las tres partes del hombre. 1 Tesalonicenses 5:23 dice “Ahora, que el Dios de paz los haga santos en todos los aspectos, y que todo su espíritu, alma y cuerpo se mantenga sin culpa (irreprochables) hasta que nuestro Señor Jesucristo vuelva”. Y podemos decir que en Espíritu, ser libres de la Idolatría, del pecado, de falsas doctrinas, entre otros. En el Alma: en lo aspecto de los sentimientos, ser libres de rencores, recuerdos y amarguras. En el Cuerpo: fortaleza para gula, pecados sexuales, que escuchamos, vemos, tocamos.
Entreguemos nuestra vida y corazón a Dios, quien es el único que puede transformarnos. Por medio de Jesús y aceptándolo como el Señor y Salvador podremos hacernos justos delante de Dios. No será porque creamos ser buenos, o no le hagamos daño a nadie, pues nunca podremos justificarnos delante de Dios, pues no somos perfectos. Jesús fue quien pagó el precio de nuestra maldad, muriendo en una cruz. Hemos de dejar atrás la vida pecaminosa, con la fuerza que da Su Espíritu Santo, y todo nuestro ser cambiará, para empezar a reflejar la justicia de Dios. Y de esta manera seremos libres de nuestra propia corrupción.
En resumen, te dejamos una frase CUIDA TUS PENSAMIENTOS PORQUE ELLOS CONTROLAN TU VIDA (Proverbios 4.23) y una palabra: PUREZA.
David Casabene y Andrea Lucero.